¡Fuera cadenas!- Derecho e inteligencia artificial

La inteligencia artificial nos está alcanzando; cada vez hay más y más herramientas de esta clase de tecnologías que están a nuestro alcance, desde juegos ―siempre fue de sumo interés la creación de una especie de máquina que jugara ajedrez―, arte, búsqueda de información, hasta la creación de argumentos jurídicos. En un futuro próximo, será imprescindible contar con alguna herramienta de inteligencia artificial para poder compatibilizarlo con la experiencia humana.

La inteligencia artificial aprende de la propia experiencia humana. Esto es, esta tecnología no inventa conocimiento de la nada, sino que se alimenta de lo que nosotros como seres humanos hemos hecho. Por ejemplo, Stockfish ―un módulo de análisis del ajedrez― es una especie de inteligencia artificial que tiene el conocimiento de todas las  partidas que se han jugado en la historia del ajedrez (por lo menos desde que las partidas se almacenan). Con base en ese mundo de partidas, el módulo “estudia” los mejores movimientos en una determinada posición y propone la mejor solución posible. 

En los videojuegos, por ejemplo, puede verse a la inteligencia artificial trabajar. En los llamados first person shooters (juegos de disparos en primera persona) es común ver bots (que no son más que “jugadores” controlados por la máquina) interactuar con el jugador humano. Esta interacción podría ser tanto para ayudarle como para atacarlo, y se les puede instruir para que realicen alguna actividad o tarea en particular. 

Lo que quiero señalar con todo esto es que la inteligencia artificial nos rodea en muy diversos ámbitos y a veces de manera poco llamativa, o por lo menos de tal manera que no nos pone a pensar: “¡wow qué increíble, esa es inteligencia artificial!”

En el mundo jurídico, ya existen diversos instrumentos que sirven para el análisis de contratos, así como de antecedentes jurisdiccionales. En México, sin embargo, la utilización de esta tecnología ha sido muy limitada aún. Algunas de estas herramientas de inteligencia artificial jurídicas tienden al análisis de sentencias o contratos, incluso, pueden ser enseñadas a plantear argumentos. No obstante, al igual que con Stockfish, estas inteligencias se alimentan del mundo de resoluciones judiciales, leyes, contratos y demás documentos jurídicos existentes. Con toda esa información, las inteligencias artificiales crean planteamientos, o analizan las posibilidades de éxito de un asunto. 

La información que es utilizada por estos instrumentos ya existe y es pública; las leyes se pueden acceder desde la página de la Cámara de Diputados; las sentencias de los tribunales federales son accesibles desde el portal del mismo Poder Judicial; las jurisprudencias de tribunales también es accesible desde una página de internet. Es decir, la información con la cual se podría alimentar una inteligencia artificial ya está allí al alcance de cualquier persona, lo que hace falta es la sistematización de ella para facilitar la creación de una inteligencia artificial que la procese. 

La clave para el funcionamiento de una inteligencia artificial enfocada al derecho mexicano estará en la creación de una herramienta que facilite las labores de búsqueda al abogado. A ver, no veo viable que una inteligencia artificial supere al abogado de carne y hueso, pues aquella no puede verificar los hechos con los cuales se debe trabajar  un asunto, sino simplemente analizar qué es lo que se ha dicho anteriormente con respecto a asuntos de unas determinadas características. Pero la inteligencia artificial sí podrá facilitar al abogado humano el acceso a información sumamente valiosa con respecto al asunto que éste tenga encomendado. 

Así como se podrá utilizar la inteligencia artificial para fortalecer el trabajo de los abogados, creo que podría pasar lo mismo con el resto de profesiones. Por eso afirmo que, dentro de poco, será imprescindible contar con ésta clase de funciones en el desarrollo diario de nuestros trabajos.