¡Fuera cadenas!- El doctorado

Lo más importante de cualquier trabajo de investigación es la aportación de conocimiento nuevo; es el de llevar a nuevos límites el campo del conocimiento sobre un tema en particular. Hace algunas semanas (el 3 de febrero), les platiqué sobre cómo la creatividad es importante tanto para la investigación científica como para las artes; en esa columna, les puse como ejemplos tanto la investigación en el campo del derecho como la creación artística musical. Aclaré, sin embargo, que en ambos campos debemos ser humildes para reconocer que nosotros no descubriremos el hilo negro, sino que haremos una relación sobre lo que se ha aportado anteriormente por nuestros pares y, con base en ello, plantearemos alguna novedad.

El viernes pasado trascendió en medios un nuevo escándalo relacionado con ―en esta ocasión― un probable plagio en el trabajo de investigación que presentó la hoy ministra Esquivel Mossa para obtener el grado académico como doctora en derecho. El doctorado, como ustedes sabrán, es un grado académico; esto es, significa que el poseedor de ese grado acreditó tener las habilidades necesarias para la creación de nuevo conocimiento en un campo en específico, así como contar con la capacidad pedagógica para la enseñanza de la ciencia en la que se especializó. El doctorado, por tanto, es una responsabilidad académica de quien lo obtiene, porque esa persona está obligada a aportar continuamente nuevas ideas en su campo de experiencia. 

Cuando alguien hace trampa para obtener ese grado académico, lo que hace es engañarse a sí mismo y a las personas que esperan de ese falso doctor la creación de nuevo conocimiento. Si en la investigación (tesis) que se presenta para la obtención del grado el sustentante simplemente copia el conocimiento que otras personas propusieron en obras pasadas y lo presenta como propio, entonces no podría decirse que ese sustentante tiene las habilidades que un doctorado exige para la aportación de nuevos conocimientos. En todo caso, su trabajo sería bueno como recopilación de lo que se ha dicho, pero no es un auténtico trabajo crítico.

Es cierto, estamos parados sobre hombros de gigantes, pero eso no significa que podemos apropiarnos de propuestas y trabajos de otras personas así sin más. Es igualmente cierto que una investigación doctoral exige que se presente el “estado del arte” (el conocimiento previo existente sobre un tema), mas la presentación de ese “estado del arte” no lo es todo, sino que el investigador debe asumir una postura crítica sobre él, identificar qué hace falta, y proponerlo. El investigador está obligado a reflexionar sobre ese marco teórico, señalar sus fortalezas y apuntalar las debilidades que identifique. Como ven, este trabajo no solo es la identificación de la teoría aplicable, sino que también es la reflexión sobre esa teoría.

La simple copia de las propuestas de los demás, y su presentación como trabajo propio, en nada cumple con las exigencias de la investigación científica; esto sería una burda reiteración de lo ya existente, sin trabajo crítico. La burla a este deber daña el desarrollo epistemológico, y más grave es que una persona que haya dañado de tal manera el conocimiento humano se ostente con un grado académico que lo “acredita” como persona competente en el desarrollo de la epistemología de un campo. Espero que siempre se tomen medidas disciplinarias en contra de todas aquellas personas que dolosamente incurran en estas prácticas tan deleznables.