¡Fuera cadenas!-Libertades, derechos e igualdad

¡Fuera cadenas!-Libertades, derechos e igualdad

En ocho de marzo se levantan las voces de las mujeres para exigir, al unísono, mayores garantías de seguridad, libertad e igualdad. En México la lucha de las mujeres está centrada en la búsqueda de protección al derecho más básico: el derecho a la vida. En cambio, en otras latitudes, la lucha de las mujeres se centra en la exigencia a la igualdad de oportunidades a la de los hombres. Hace dos años hice esta misma reflexión, y veo que poco hemos avanzado desde entonces en lo relacionado a la seguridad personal de las mujeres. 

Sin embargo, a diferencia de hace dos años, hoy con gusto puedo decir que conozco a muchas más mujeres en lugares que antes estarían reservados a espacios masculinos. Abogadas amigas mías se encuentran en posiciones de toma de decisiones trascendentales en empresas trasnacionales; algunas otras, se encuentran ejerciendo labores jurídicas de trascendencia en materia ambiental, o participan en importantes foros internacionales en materia de arbitraje comercial; otras amigas han empezado una importante carrera judicial, ocupando cargos como juezas o secretarias de estudio y cuenta de tribunales. Mi pareja, quien es médica especializada en salud pública, actualmente ejerce sus labores en dos importantes organizaciones internacionales y, por lo que me ha platicado, lo hace junto a otras mujeres altamente especialistas, y con gran poder de decisión.

Aunado a lo anterior, este año inició con la elección de la ministra Piña Hernández como presidenta de uno de los tres poderes de la Unión: la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La elección de ella como ministra presidenta ha inspirado al gremio jurídico femenino a continuar con su lucha de mayores oportunidades, y, por lo menos de lo que he podido apreciar, se han abierto puertas y se empiezan a desquebrajar los techos para dar cabida a más abogadas en esos espacios de toma de decisiones trascendentales. 

La protección de los derechos de las mujeres es necesaria para vivir en un Estado democrático, necesitamos de condiciones de igualdad para el desarrollo equitativo de todas y todos. No podremos lograrlo si no se protege su integridad personal. Me llama mucho la atención que aún permee a nivel nacional el pensamiento retrógrado de despreciar a la mujer por el simple hecho de ser mujer, así como el de la cosificación de las mujeres. Creo que este pensamiento puede llegar al extremo de la comisión de agresiones en perjuicio de las mujeres. 

Siento que el cambio de este modo de pensar y vivir la vida puede ir cambiando si nosotros, como hombres, nos ponemos a reflexionar sobre las acciones y actitudes que tomamos cuando estamos con una mujer. Debemos identificar cómo nuestras acciones pueden incidir en el día a día de nuestras hermanas, madres, amigas, compañeras de trabajo o parejas. También siento que el hecho de que más mujeres ocupen esos espacios que antes se entendían reservados para hombres puede incidir en la idiosincrasia, una especie de influencia “desde arriba” que irradiaría con motivo del mismo desarrollo político, cultural y económico de las mujeres en nuestra sociedad.

Ojalá el cambio siga llegando, y ojalá también podamos transitar a una sociedad más segura para las mujeres en México. 

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