Reflexiones del galeno- Día internacional de las cardiopatías congénitas

Febrero es el mes más esperado por los enamorados, un mes lleno de chocolates y globos con forma de corazón por todos lados. Imposible no relacionar febrero con el día del amor y la amistad. Este martes al escuchar el primer “feliz día de San Valentín”, mi mente me llevo a la secundaria, pensé en mi escuela tapizada de corazones en todas sus presentaciones, globos, carteles y demás. Es por esto por lo que considero que no hubo mejor día para elegir conmemorar el día mundial de las cardiopatías congénitas. El término congénito hace referencia a una condición, malformación anatómica o enfermedad con la que se nace y que se produce durante el periodo de gestación, es decir en el embarazo, que puede ser hereditaria o no y el término cardiopatía hace alusión a enfermedades que afectan a los vasos sanguíneos y al sistema cardiovascular. Es decir, el 14 de febrero se busca hacer conciencia de las enfermedades cardiovasculares presentes al momento de nacer.

Las cardiopatías congénitas son un grupo de enfermedades que se caracterizan por alteraciones estructurales, producidas por defectos en su formación durante el periodo embrionario y que condicionan un funcionamiento anómalo de la bomba cardiaca, lo que condiciona una serie de signos y síntomas de distinta intensidad que, según la enfermedad, pueden presentarse desde el nacimiento hasta pasar desapercibidas hasta la edad adulta.  Algunos de los factores de riesgo asociados al desarrollo de una cardiopatía congénita son el tener el antecedente familiar, edad materna avanzada, madre con diabetes mellitus, exposición a ciertos agentes infecciosos , medicamentos y antibióticos,  ser portador de una alteración cromosómica y exposición a ciertos agentes físicos como los solventes. La incidencia global es relativamente baja, entre un 3-5% de los embarazos y un 1% de los recién nacidos vivos.

La importancia de realizar un adecuado seguimiento del embarazo, a través de las consultas prenatales radica en la detección oportuna de situaciones potencialmente modificables, si bien existen pocas intervenciones que se pueden realizar durante el periodo prenatal para la corrección de una cardiopatía congénita, identificar factores de riesgo modificables desde la primer consulta y realizar intervenciones puntuales es sumamente importante. A través del abordaje ultrasonográfico es posible identificar alteraciones estructurales del corazón, para así decidir oportunamente el plan a seguir y dar consejería a los padres. Otros momentos cruciales para el diagnóstico de estas enfermedades, son la exploración física al nacimiento y durante las citas pediátricas.

De no ser diagnosticada una cardiopatía congénita, esta pudiera ser el desencadenante de un daño estructural mayor y condicionar a la falla cardiaca a una edad corta. Esta es la importancia de un diagnóstico temprano. Hoy en día se cuenta con múltiples tratamientos de los cuales se pueden echar mano desde el nacimiento del paciente, limitando y frenando el daño estructural, mejorando la calidad y expectativa de vida de manera radical. El tamizaje de estas enfermedades debe ser a través de los médicos pediatras y de primer contacto, sin embargo, una vez identificado debe ser valorado por un cardiólogo pediatra que oriente y proponga un plan a seguir.  Hoy en día sufrir de una afección congénita no es sinónimo de muerte a edad temprana, muestra de esto la creación relativamente reciente de la alta especialidad en cardiología de cardiopatías congénitas en el adulto, de la cual el Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez es nuestro principal referente.  Sin embargo, el éxito de estos tratamientos está condicionado a una detección eficaz a una edad temprana.

Feliz día de San Valentín, cuida tu corazón y el de los que amas.