En busca del estado perdido-Hablando de leyes, la de la gravedad

Históricamente el penúltimo año de gobierno es el de mayor complicación, el poder ejercido sin limitación comienza a menguarse, las lealtades se tuercen, los señalamientos y el ‘desmarque’ afloran, inicia el descenso, ya no es tan fácil cumplirse los deseos, la operación política tiene mayor costo debido a los altos intereses que se deben de garantizar, todos quieren ser candidatos, todos quieren continuar. La división acecha.

El Presidente López Obrador comenzó el año con el pie izquierdo, su candidata a la Presidencia de la Corte no solo no llegó, quizá este día se vea obligada a colgar la toga resultado del escándalo del plagio -ahora ya probado- de su tesis. La vergonzosa escena no termina con la destrucción del intento de control de la Corte a través de Yasmín Esquivel, sino en el enorme daño que ocasiona, a sus pares y al propio Poder Judicial de la Unión, su sola presencia en el Pleno: una absoluta deslegitimación. 

¿Cómo creer en las sentencias que dicten los Jueces, Magistrados y Ministros que toleran en lo más alto de la pirámide judicial a quien obtuvo su título con trampa?

El penoso episodio comparable con el que quizá sea el mayor agravio al Ejército Mexicano, el generalato de Arturo ‘El Negro’ Durazo, ambos -Esquivel y Durazo- llegaron resultado del poder presidencial absoluto. Hoy ya no son las mismas condiciones. El trabajo de aprobación de Esquivel Mossa en el Senado fue responsabilidad del hábil Ricardo Monreal, quien tiene un pie fuera de MORENA, sus aspiraciones presidenciales lo han distanciado de López Obrador, no lo ve como su sucesor. Sin duda, será una baja importante en el grupo político del Presidente.

Los gobernadores de MORENA -dos terceras partes del país- le han fallado al Presidente, están al frente de las entidades con mayor índice de inseguridad, ejercen el poder con concentración dominante, sin rumbo claro, pareciere que se dedican a perder lo ganado, llegando a niveles cercanos a la ingobernabilidad, donde los grupos que ejercen el control son ajenos a las instituciones. Sus ejecutivos locales no han logrado cumplir la promesa de apaciguamiento, sus administraciones son erráticas, lo señalado en el pasado ahora es común en sus gobiernos, no atinan en la construcción de acuerdos -emulan al Presidente- persisten en posturas absolutistas, se comienza a extrañar a quienes se fueron.

El metro es el ‘coco’ de Sheinbaum, todo le pasa, hay muertos y heridos, poca sensibilidad del ejecutivo que se solidariza con la administración no con los dolientes, ya solo falta que califique los decesos como un complot de los ‘conservadores’ a la carrera de la Jefa de Gobierno.

El escenario es caldo de cultivo para la desolación, inicia la desbandada, hay que distanciarse. El Presidente poderoso es víctima de sus propias decisiones, la más importante estará por darse -Sheinbaum, Ebrard, Augusto- provocará rupturas y acrecentará la soledad del ejecutivo. 

Primero la concentración brutal de poder, luego su apreciación distorsionada de la realidad, después la polarización de la sociedad, ahora la cercanía al final de su mandato. La suma de estos eventos da lugar al abandono, todos, en su momento, lo experimentan: Munícipes, Gobernadores, Presidente.   

Como epílogo de una novela: Con una Corte necesitada de vindicarse frente al ejecutivo, pero sobre todo ante la sociedad, gobiernos estatales que poco ayudan, peleas serias en el gabinete, decisiones sin miras de estado y una incomprensión a los deseos de superación de la clase media, así inicia el final de una serie de la vida política nacional sin título, sin identidad, en donde el elenco fue comparsa de un solo actor.

Hay leyes que nos regulan, en su mayoría perfectibles, pero la de la gravedad es precisa: Todo lo que sube tiene que bajar, López Obrador lo probará.