¡Fuera cadenas!-El legado de un Poder Judicial político

¡Fuera cadenas!-El legado de un Poder Judicial político

El legado del ministro Zaldívar como presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sigue afectando al día de hoy tanto la credibilidad del Poder Judicial de la Federación y la opinión del público en general con respecto a los jueces y juezas que lo integran. En suma, veo una mayor atención social a la labor del Poder Judicial —lo cual es positivo—, pero derivado de los posicionamientos y actitudes políticas que tomaba Zaldívar. Trataré de desarrollar esta idea a lo largo de esta columna.

Los juzgadores hablan por sus sentencias; ellos se deben a los razonamientos del derecho, no así a los razonamientos y argumentos políticos. La argumentación política se debe desarrollar tanto en la sociedad como en el Congreso, éste crea las leyes conforme al posicionamiento político y social imperante; los tribunales, en cambio, deben aplicar tanto la Constitución como las leyes que hayan sido aprobadas por el Congreso. En suma, lo político llega de manera indirecta a los tribunales, pero el grueso de la argumentación política se desarrolla en las asambleas correspondientes. En mi concepto, los tribunales no deben inmiscuirse en esa discusión, máxime que no son un órgano representativo del sentir de la nación.

Esto lo comento porque, a mi juicio, el ministro Zaldívar, durante su presidencia de la Corte, participó activamente en la discusión política. Esto fue aún más visible durante el último año de su presidencia, donde tenía ruedas de prensa mensuales para dar su posicionamiento con respecto a diversos temas inherentes al Poder Judicial, y hasta abrió una cuenta de Tik Tok (manejada por un influencer contra el pago de más de 90 mil pesos mensuales a cargo del erario, por cierto) en la que intentó sumarse a tendencias de esa red social. En mi perspectiva —que a final de cuentas eso fue lo que el ministro Zaldívar me trasmitió con esas actividades—, él expuso sus opiniones con respecto a situaciones que acontecían en el país, así como con respecto a asuntos de trascendencia nacional que habrían de ser resueltos por la Corte. Pareciere que el ministro quería influir en la opinión pública y política para generar presión sobre lo que la Corte resolvería con respecto a algún tema en particular. Pareciere, insisto, en que abrió la puerta para que lo social y político entrara a la sala de audiencias de los tribunales.

No veo problema alguno en que la sociedad se entere y entienda qué está haciendo el Poder Judicial y por qué resuelve tal o cual cosa, la problemática que veo es la manera en que esto podría incidir el momento en que se toman las decisiones jurisdiccionales. Las decisiones jurisdiccionales no pueden estar a lo que la mayoría quiera, pues en ello se corre el riesgo de caer en lo injusto e irrazonable.

El legado del ministro Zaldívar como presidente de la Corte es que su discurso político se centró en todo lo supuestamente beneficioso que él impulsó para realizar cambios en el Poder Judicial, y buscó realzar las decisiones jurisdiccionales que le eran políticamente más redituables. Creo que el ministro se centró más en esa labor política que en lo propiamente relacionado con el Poder Judicial; la corrupción en los tribunales federales siguió siendo la misma, pero de ella se habló poco.

Hoy en día, con la ministra Piña como presidenta de la Corte, el Poder Judicial parece estar teniendo mucho menos juego político que hace apenas el año pasado. Sin embargo, la presión social y política sobre el Poder Judicial no ha cesado, incluso éste discurso ha aumentado en intensidad y hasta llegó a usarse la imagen de la ministra Piña para ser quemado en un mitin político. Se acusa a la ministra de supuestas irregularidades en las decisiones que toman diversos juzgadores del Poder Judicial, y, sin razonamiento alguno, se lincha a Piña por ello. No niego la importancia de que se vigilen las decisiones de los tribunales, pero creo que el ministro Zaldívar llevó al Poder Judicial a un terreno que no le corresponde: el de la discusión socio-política. Seguiremos viendo durante algún tiempo estas reacciones virulentas contra el Poder Judicial precisamente porque, en el terreno social y político, el sentir y las emociones suelen tener mayor incidencia. 

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